domingo, 7 de enero de 2018

Balance 2017

Nuevo año y toca hacer un balance del año que se queda atrás, y aunque tarde creo que es necesario para toda mi familia. Estas Navidades han sido algo agridulces, han sido las primeras para bien y para mal, y hay momentos que duelen, que sientes que te falta uno, pues tu familia, tal como la habías pensado cambió aquel 13 de Mayo. Este 2017 ha sido el año que me ha pasado lo peor que me podía pasar en la vida pero también lo mejor que podía pasarme pero... mis sentimientos ya los conocéis bastante, por eso, en esta ocasión le he pedido a mi marido que sea él quien haga este balance, ¿por qué? porque la muerte perinatal, los embarazos y nacimientos siempre se viven dese el punto de vista de la mujer, pero en muchos casos hay otra persona detrás. Puede ser un padre, como es el caso, o puede ser otra mamá en caso de parejas homosexuales, o un familiar en caso de madres solteras... siempre hay alguien que pasa por esta experiencia dura y bonita y del que la gente no suele preocuparse, por eso hoy le doy voz en esto; y aunque quizás la redacción no sea la mejor y él quería que lo re-escribiera yo de otra forma, no lo voy a hacer, porque es su manera de expresar su interior:


Mi balance de 2017, creo que nunca me he hecho esta pregunta, siempre he sido de mirar hacia delante sin pensar, sin analizar este tipo de cosas... pero en esta ocasión toca evaluar y analizar porque 2017 no ha sido un año normal, ni mucho menos, ha sido un año muy, muy duro; el más difícil de mi vida con diferencia: conseguir el embarazo, que fuese gemelar con sangrados, cólicos nefrítico, rotura de bolsa muy pronto y al final parto en la 24+6, complejo, cesárea y parto seco natural. Recuerdo aún esos momentos, la incertidumbre me comía junto al miedo, fundamentalmente por mi mujer, luego ya vino el miedo relacionado con mis hijos pero en ese momento... sólo vi a mi mujer entrando a quirófano, sin poder acompañarla, ni ver a mis hijos nacer ni saber qué ocurría...Recuerdo cuando salió Daniella, directa a la UCI pero los pediatras pararon, nos dejaron verla, nos enseñaron su carita y nos tranquilizaron pero después salió David, iban muy rápido, con el respirador, preocupados y pararon brevemente para que por lo menos le conociéramos. Nunca podré olvidar ese momento. Por eso, 10 de Mayo, el día más feliz de mi vida, pero con una gran amargura que me sigue acompañando a día de hoy, pesaban 669 y 812 gramos, y todo se nos ponía aún más difícil, así que nuestro lema paso a ser "pasito a pasito" porque se ganaban batallas pero no sabíamos si se iba a ganar la guerra. Nos aferrábamos a lo positivo que nos dijesen los pediatras y a ese maravilloso "están estables", era lo único en que pensaba. El 11 de Mayo mi hija me terminó de conquistar, supe en ese momento lo que era el amor de verdad cuando me dejaron tocarla y con sus manitas me agarró el dedo...recuerdo ir a la habitación de mi mujer llorando, alarmarla y tranquilizarla porque había sido lo más maravilloso que me había pasado nunca.

13 de Mayo, el peor día de mi vida, nuestro hijo nos dejó, se fue... y desde entonces me acompaña la misma frase "Tus alas ya estaban listas para volar", pero mi corazón nunca estuvo listo para verte partir" y es así, tal cual, nunca lo estuvo ni lo está.
Después de ese día, nubes y claros; muchas nubes y pocos claros con las buenas noticias de nuestra hija que iba consiguiendo pequeñas cosas gracias a que su hermano vino al mundo para darle vida a ella y se convirtió, como dice su madre, en su arcoiris guerrero o como digo yo en mi espartana; que con una fuerza increíble superó cosas que muchos adultos ni siquiera podríamos. Ductus, reapertura y operación del mismo, fallos renales, broncodisplasia, no tener tensión arterial...hasta que por fin, gracias a sus huecos y a la ayuda de médicos, enfermeras de neonatos y al esfuerzo y corajde de su madre que pasaba horas y horas metida en la UCI para poder estar un poco cada día con ella o pegada a un sacaleches para poder alimentarla... llegó a los 2 Kilos 400 gramos y pudimos traérnosla a casa.

Después de eso, todo ha seguido siendo nubes y claros, yo empecé el duelo por mi hijo cuando salimos del hospital porque antes creía que tenía que estar fuerte para mi mujer, por eso, a día de hoy, cuando cojo a mi hija en brazos muchas veces lloro, y otras no querría soltarla y solo quiero abrazarla todo lo fuerte que pueda. Tengo que agradecer al 2017 por dármela a ella, porque es la que hace que me levante por las mañanas, pero, siendo sincero y claro... también ha sido muy cabrón, porque nos lo ha complicado más de lo que esperábamos; por eso, el 2017 a sido el peor y el mejor año de mi vida, pues ahora tengo un ángel en el cielo que cuida de mi y de mis dos ángeles en la tierra.



Never in my arms, always in my heart

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2 comentarios:

  1. Gracias por compartir vuestro balance de 2017.
    Esa espartana se merece un medalla al valor y vuestro pequeño ángel la ayudará.

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